
No hay muchas cosas de las que esté totalmente convencida en esta vida... Pero, sin dudas, la mayor certeza que tengo es la de ser hincha de River.
River es mi espacio innegociable. Desde el más rico empresario hasta el que no sabe si llegará a fin de mes; un católico, un judío, un ateo; un tipo que camina por la calle u otro que está encerrado en la cárcel; acá o en la otra punta del mundo; el que goza de buena salud y el que enfrenta la muerte en un hospital; los que se pelean todos los días por política; los que siguen un camino o los que no encuentran su rumbo... River logra que todos nos abracemos en el sentimiento más puro. En un mundo de modas impuestas y lealtades efímeras, River siempre está ahí, con la certeza de que nunca se irá.
Es una marca del destino, un lazo inquebrantable que trasciende a la vida misma. Hace unos años fuimos casi mártires, hoy podemos decir que somos nuevamente hinchas. Hicimos un pacto de lealtad con los colores y así combatimos a la agonía. Fuimos la reivindicación del orgullo en medio del caos, enaltecimos la camiseta porque dependía de nosotros. ¿Cuántos equipos en el mundo tienen su propia patria? Somos millonarios en ídolos, historia y juego del bueno. El dolor te enseña quién sos, cuál es tu esencia y qué tan fuertes son tus raíces. Hoy, que la cultura del aguante volvió a convertirse en la cultura del fútbol, sólo nos queda festejar. Ganamos nuestra lucha.
La grandeza está cimentada en un sinfín de actos heroicos, pero siempre supimos que contábamos con nuestro propio Ángel. El feo más lindo del mundo siempre fue nuestra bandera, ese ídolo que todos sentimos propio aunque lejos estemos de haberlo disfrutado en vivo y en directo. El alma de Labruna merodea el Monumental más que nunca, con la satisfacción del deber cumplido. Colgado de una nube, alienta a River enfundado en una bandera. Se ríe, y se tapa la nariz cuando los de azul y amarillo visitan nuestra casa. En él se refleja la impronta de generaciones y el más puro ADN riverplatense. Su recuerdo nos guía.
Seguramente, si estás leyendo esto y se te puso la piel de gallina, es porque entendes de lo que te hablo. River es nuestra gran verdad, nuestro propio cielo, nuestra revancha de todos los días. Formar parte de esta gran familia es una garantía de grandeza, es sentirse un campeón. Ser hincha de River es haber descubierto un estado superior al amor.
Macarena Álvarez Kelly
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