
Hace quince años debutaba el jugador que más alegrías nos dio en los últimos tiempos: Fernando Cavenaghi. Con nueve títulos en el club, es el décimo máximo goleador de la historia.
"El corazón tiene razones que la propia razón nunca entenderá", reza una célebre canción de La Renga. Qué mejor que compararlo con lo que siente el Torito por River. A 15 veranos de su debut en El Más Grande, una nostálgica efemérides.
Fue en 2001, por la primera fecha del Clausura, durante la goleada por 6 a 2 contra Estudiantes en el Monumental.
Iban 38 minutos del segundo tiempo cuando entró por Javier Saviola con el encuentro 5 a 2. Allí nació un vínculo inquebrantable con el hincha de River.
Su primer festejo fue el 6 de marzo de aquel año, por la Copa Libertadores. Ingresó a los 28 de la segunda mitad, dio una asistencia y cerró la goleada por 4 a 0 contra Guaraní.
En su primer ciclo metió 72 goles en 91 partidos. Decidió irse, a mediados de 2004 y con 3 títulos locales en su haber, a Spartak de Moscú, para pasar más tarde por Bordeaux de Francia, Mallorca e Inter de Porto Alegre.
He aquí el fortalecimiento del amorío con la gente. En 2011 decidió pegar la vuelta junto a Alejandro Domínguez para ponerse el traje de obreros, agarrar el pico, la pala y reconstruir la imagen del gigante adormecido, producto de pésimas gestiones dirigenciales.
Con 19 tantos en 38 encuentros, el Torito fue una de las claves del equipo que logró el objetivo en la 2011-2012. Cuando citamos el fragmento de la banda argentina nos referimos, explícitamente, a que aunque lo hayan echado como un perro, Cavenaghi decidió regresar nuevamente con Ramón. Pero antes tuvo un breve itinerario en el extranjero.
Pasó por Villarreal y Pachuca pero a principios de 2014, eligió retornar a su casa. Quería ganarse un lugar entre los grandes goleadores de la historia y lo logró: con 112 gritos oficiales -en 212 partidos- se transformó en el décimo máximo artillero de todos los tiempos.
En la última etapa ganó Torneo Final, Superfinal, Copa Sudamericana, Recopa y Libertadores. Quince años de amor ininterrumpido con gestos nobles que exaltaron su figura. Hoy se encuentra en Chipre compartiendo su vida en las redes sociales para estar conectado con la familia riverplatense.
Lucas Ajuria
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