lunes, 22 de febrero de 2016

LA LIBERTADORES, UNA ODISEA QUE VA MÁS ALLÁ DEL FÚTBOL


La Copa Libertadores no sólo implica jugar al fútbol, sino también lidiar con los viajes tortuosos y adaptarse a las problemáticas o situaciones de cada país. A continuación, un pantallazo de la aventura que emprende el Millonario para defender su título de campeón de América.

América, todo un inmenso jardín. Lo dice la canción, pero también se comprueba en el día a día, cuando el infinito continente que une los polos nos regala un sinfín de realidades y situaciones. El fútbol, como parte importante de nuestra cultura, no queda exento de todo lo que aqueje al mundo. Espíritu deportivo, fuego interno y mucha paciencia hacen falta para disputar la Copa Libertadores, que reúne a los equipos más importantes en la carrera por un título que desvela a todos.

Distancias infinitas y escalas extenuantes son sólo algunas de las cuestiones a las que deben enfrentarse nuestros futbolistas. Ya sabido el inconveniente agregado de los viajes, lo que toma por sorpresa a las comitivas son las problemáticas sociales de cada país que azotan y amenazan su estadía. Las comodidades de los estadios o el estado del campo de juego suelen ser moneda corriente, problemas a los que River debió enfrentarse en 2015. ¿Cómo olvidar el deplorable pasto sintético de Juan Aurich o los vestuarios sin agua caliente en San José de Oruro?

Ya de arranque, en la fase de grupos, la edición 2016 no se quedará atrás. El principal inconveniente con el que se topará el plantel de River es la situación política y social de Venezuela, a donde viajará para debutar ante Trujillanos. Debido al ya conocido desabastecimiento, la embajada argentina en aquel país recomendó que el club llevara sus propios bidones de agua mineral. Algo tan básico para un ser humano no sólo es muy caro para un bolsillo promedio, sino que difícilmente se encuentre en los supermercados.

Los propios venezolanos adhirieron a la sugerencia y fueron aún más allá: recomiendan que River lleve medicamentos, comida y hasta papel higiénico. Por más increíble que suene, ni siquiera pueden ir al baño tranquilos, ya que necesitan que esto último se los preste Bolivia. El plantel viajará en chárter a Maracaibo y allí tomará un vuelo interno hasta Valera. Casi ocho mil kilómetros por aire y una agotadora escala entremedio. El transporte, otro tema que preocupa y mucho, más aún luego de lo que le sucedió a Huracán.

Mención aparte para enfermedades típicas de la zona, como la fiebre amarilla, por la que los futbolistas tuvieron que vacunarse. San Pablo supone un escollo deportivo más que otra cosa. Brasil no queda lejos y el vuelo es directo, mientras que el Estadio Pacaembú ofrece todas las comodidades acordes con tan prestigiosa competencia. The Strongest, como todo equipo boliviano, vendrá con el combo de la altura de La Paz. Algo que tortura a los jugadores durante el partido y que suele condicionar cualquier idea o planteo del entrenador cuando el balón comienza a rodar.

Desabastecimiento, temperaturas extremas, la bendita altura, viajes interminables y otras cuestiones que también hacen a la apasionante Copa Libertadores. Así como River, todos los equipos deberán saber adaptarse a diferentes situaciones dentro y fuera de la cancha para no quedarse por el camino de manera anticipada. Dientes apretados, mente fría y la pelota al pie... No falta nada, el campeón de América ya arranca la odisea para mantener su reinado.

Maca Álvarez Kelly

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