domingo, 7 de septiembre de 2014

AMOR INTERNO


Hace no más de 8 meses, River Instante, se acercó al departamento de Fútbol Interno para mostrarte la penosa realidad que, por ese entonces, se vivía allí (leer: http://www.riverinstante.com.ar/2014/01/hasta-las-pelotas.html). Hoy, la imagen de esta actividad, dio un vuelco de 180º en lo que respecta a su organización, gracias a un grupo de personas que decidieron ofrecerle lo que corresponde a los más de 1500 socios que participan de ella.

Valores. Quizás, sea simplista resumir lo logrado en una sola palabra. Seguramente, hablar de un cambio organizativo, nos remita a pensar que es indispensable sostenerse en ese vocablo. Construir desde el abandono, o la inoperancia de un “antes”, sin lugar a dudas, es una labor difícil  para quien no posea la capacidad de poder decidir, delegar y entender que el cambio debe contener, simbólicamente, las mismas características que la gigantesca estructura que lo respalda.  Mario Argenta, y su “Familia de trabajo”; y es en este ingrediente donde el asunto de los valores comienza a tener relevancia, pudieron levantar una actividad que, afectada por el abandono o la mala gestión, había sido descuidada a tal punto que, su principal elemento, las pelotas, no podían ser utilizadas para nada. 

El Fútbol Interno River Plate, según se dice, sino es el mejor, es uno de los más importantes torneos de Argentina por el nivel de juego y sus instalaciones (el campo de juego, de césped sintético, es el mejor). Antes que Mario, Alejandro Cean, Manuel Spabenta y Martin Olguin tomaran las riendas del asunto, todo estaba manejado por una sola persona y algunas situaciones, tenían soluciones de poco sentido común. Hoy por hoy, todas las personas que participen del fútbol interno, deben ser socios. Antes, para que no se caiga el torneo, de los 1500 jugadores que conformaban los 68 equipos, 800 tenían la cuota al día, 300 estaban atrasados (se les ofreció un modo de pago para regularizar su situación)  y el resto eran “invitados” o no socios.  Esto, significa un nuevo caudal de ingresos para el club. De hecho, muchos de ellos, solo se han asociado para participar del torneo ya que no tienen “Tu Lugar en el Monumental” y, a su vez, alguno que otro, no es hincha de River (aunque parezca increíble, también hay hinchas de boca). En  lo estrictamente deportivo, la experiencia deportiva se ha llevado a un alto nivel: Las ternas arbitrales son sometidas a scoring de rendimiento, utilizan el espray de espuma para las faltas, a los equipos se les da agua mineral en el entre tiempo, la indumentaria de los equipos debe tener un patrón a seguir, se aplica un tribunal de disciplina para sancionar a quien se exceda en su conducta, se prohibió la combinación de los colores amarillo, azul y el número 12 y los torneos llevan los nombres de las glorias del club (ahora se juega el Torneo Beto Alonso). Por otro lado, se proyecta que todas las indumentarias de las escuadras, lleven el escudo de River Plate en el pecho y, si todo sale bien, los partidos finales se podrían jugar en el Monumental.

En otro aspecto, el lugar donde se gesta toda esta movida, la oficina, dejo de ser un depósito de un sinfín de cosas sin uso y basura, para  estar armado acorde a lo que representa.  Hoy por hoy, las personas se acercan al lugar porque dicen que es el departamento más alegre del club.  Las camisetas rotas y los envases de botellas ya no están y el lugar está bendecido con una imagen del gran Labruna. Así mismo,  se brinda apoyo a otras disciplinas. El fútbol femenino, dejó de jugar en Ezeiza y ahora lo hace en las canchas de Fútbol Interno, al igual que el Fútbol Infantil, permitiéndose así, ahorrar casi 20.000 en alquiler de canchas.

El Amor Interno de esta “Familia de Trabajo”, se percibe en el aire. El clima se torna amable y divertido. Por la oficina, transitan constantemente socios y dirigentes. Si bien, Mario Argenta preside el Fútbol Interno, cada uno de los  integrantes de la organización es importante para que todo funcione como corresponde y es notable el afecto que se tienen.  Raúl Rodríguez, planillero y asador designado, no puede esconder ese sentimiento y, entre lágrimas,  expresó el orgullo de formar parte de esta “Familia”  y que esto se contagia, incluso, a quienes van a practicar el deporte y, en palabras textuales, dejó bien en claro esta afiliación de valores y afectos: “Es un orgullo formar parte de este grupo. Hoy, no me toca trabajar a mí y vine a estar con ellos, preguntar si necesitan algo o hacer unos mates. Soy el más grande de todos y cada uno de los chicos, es como mi hijo”. 

Esteban D’Agostino
@daguitos

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