No será un filme de Steven Spielberg, pero se vive con la intensidad, la pasión y la emoción de cualquier película merecedora de un Oscar. Como el Ave Fénix, que renace desde las cenizas, Ramiro se reinventó a sí mismo en el peor momento de la historia y con la pesada mochila de llevar el apellido Funes Mori.
Pasó por las órdenes de dos Pelados y un Muñeco, pero fue su propia llama interna la que lo hizo ser cada vez más indispensable. Con aciertos y con errores propios de quien hace un camino al andar, pero con la convicción de que el destino está hecho para los valientes que sueñan y luchan hasta el final.
La épica historia comenzó una noche en tierras enemigas, donde Ramiro ya estaba condenado a ser el héroe. Voló más alto que todos, zurcando el aire enviciado de una Bombonera que quedaría completamente muda y rendida a sus pies. Un cabezazo a la gloria, el primer peldaño de un cuento de hadas.
Luego vendrían varios capítulos que escribirían las páginas más dispares. Diez gritos sagrados y tres asistencias para enarbolar hazañas domésticas e internacionales en 103 partidos defendiendo los colores del Más Grande. El último, aquella noche de lluvia torrencial en la que volvió a elevarse para poner la historia de cabeza y desatar un delirio Monumental.
Y se alejó de Núñez, cruzando el charco hacia el Viejo Continente. Dejando recuerdos imborrables y erigiéndose campeón de América. La vida no quiso que estuviera cara a cara ante Messi en tierras niponas, pero ese será un bonus track por el cual nos lamentaremos dentro de un tiempo.
Para los que lo ninguneaban y le dedicaban comentarios burlones, va la imagen del nuevo Mariscal vistiendo los colores de la Selección Argentina. Quedó demostrado que no fue sólo una primavera o un golpe de suerte, sino que las cualidades son reales y se siguen cultivando con el paso del tiempo.
Que no suene a endiosamiento. A no confundir, que la intención de estas líneas no es comparar a Ramiro con Perfumo o con Passarella. Sencillamente es demostrar que, como una especie de Cenicienta del fútbol, a un muchacho que no despertaba muchas expectativas también pueden cumplírsele los sueños.
Y miren si se habrá vuelto real la fantasía, que a poco tiempo de que Funes Mori haya desembarcado en territorio inglés, en cada rincón del Monumental no deja de escucharse cuánto se lo extraña. Le seguiremos los pasos y lo esperaremos con los brazos abiertos, porque el primer amor nunca se olvida.
Macarena Álvarez Kelly
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