Fernando Cavenaghi festeja su cumpleaños número 32. Alejado de la Argentina, hoy todos los saludos y el afecto se agolpan para llegar a Chipre. De jugador querido a ídolo, el último engranaje de un edén al que pocos lograron llegar.
Regresó en el peor momento de la historia, para poner el hombro y ayudarnos a resurgir del pozo más profundo. Cuando algunas situaciones parecían alejar a Fernando Cavenaghi de River, varias veces el corazón lo obligó a volver. Siempre fue importante. Su identificación con los colores y sus goles lo catapultaron a la idolatría de varios.
En su última etapa, cuestionado por muchos, defendido por otros y querido por todos, el delantero puso en segundo plano el ego personal para alcanzar un sueño: ser campeón de América con River. Quedó grabado en la retina de millones, hay imágenes que trascenderán generaciones y también lo evidencia un tatuaje en su propia piel. Vaya si lo logró.
En épocas de ídolos volátiles y más marketing que corazón, Fernando supo ponerle un broche de oro a su historia con el club más grande del país y a un amor sin medidas. No sólo se metió entre los diez máximos artilleros del club, para algunos también se ganó el derecho de codearse con personajes de la talla de Angelito, Alonso, Francescoli y Ortega.
Ante cada crítica, respondió con goles y una sonrisa. Hoy, del otro lado del charco, no sólo se extraña verlo inflando redes con la banda puesta, sino esa certeza casi mágica de las cosas que nacieron para estar juntas. No importa la distancia, Cavenaghi siempre será sinónimo de River. Eternamente gracias, Cavegol. ¡Feliz cumpleaños!
Macarena Álvarez Kelly
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