
Mismo estadio, mismo arco, la misma condición, el mismo juez. Equipos totalmente iguales, pero diferente pateador y otro arquero que eligió, por casualidad, arrojarse al mismo lado que lo hacía Marcelo Barovero allá por el 27 de noviembre pasado. Esta vez entró, porque el ejecutante era otro. Esta vez no hubo manotazo salvador, porque el guardameta era distinto. Se quería reivindicar, tal vez, por esa situación malograda que lo dejó cara a cara con Agustín Orión y se la dio a las manos. Hablamos de él, del “Negro”, de Carlos Sánchez. Valerosamente tomó el balón luego de que Gonzalo Martínez recibiera la falta en el área: se paró con las manos en la cintura, tomó una corta carrera y ajustició por lo bajo y a la derecha. Así se hace, así lo hizo. Gracias Carlos, es solo el comienzo y quieren ir por más.
Dos objetivos cumplidos: ganar y no recibir goles. Bien River, muy bien en el logro de estas condiciones fundamentales para ir a La Boca dentro de 7 días y buscar la llave que lo deposite en ser uno de los mejores 8 equipos de América. La diferencia es corta sí, pero pudo haber sido por más. ¿Será la justa?, ¿será suficiente? Lo sabremos en pocos días cuando se vuelvan a ver las caras por tercera vez de manera oficial en el año. River le ganó el primer Super a Boca y le sacó el invicto que tenía no solo en este certamen sino en todo lo que va del año. Buen triunfo para inflar el pecho e ir con todo a orillas del Riachuelo.
Presión, juego, marca, hostigamiento al rival, profundidad, movilidad por las bandas, concentración total. Así jugó River los primeros 45 minutos en los cuales ahogó a Boca en la mitad de la cancha y no lo dejaba generar peligro alguno. Con un estupendo Leonardo Ponzio que aparecía a lo largo y a lo ancho del campo, el “Millonario” manejaba el partido con posesión del balón y centrado en la búsqueda del gol que si bien no llegaría, se pudo haber logrado. Porque Teófilo Gutiérrez estaba enchufado y quería cambiar la imagen que arrastraba, porque tanto Sebastián Driussi como Rodrigo Mora buscaban penetrar la defensa del “Xeneize” que no daba pie con bola. Era muy floja la tarea del equipo que conduce Rodolfo Arruabarrena que no contaba con buenos aportes de Nicolás Lodeiro ni de Jonathan Calleri y los dirigidos por Marcelo Gallardo estaban con todas las luces. Fue una etapa inicial cargada de aceleración, con pierna fuerte como todo superclásico y con amonestados que luego debieron ser expulsados (casos Leonel Vangioni y Adrián Cubas) pero lo del árbitro Germán Delfino fue tan pobre que solo el colombiano Gutiérrez no terminó el encuentro.
Parecía que el telón del primer tiempo se bajaría con River en ventaja pero fue igualdad sin goles con ese aliciente de que el local merecía más que el rival. Se fueron al descanso y llegó la etapa final con los primeros minutos cargados de incertidumbre ya que Calleri se perdía un gol increíble mano a mano con Barovero. Precisamente el número 1 de los de Núñez evitó que el elenco visitante convirtiera en una tapada salvadora cuando apenas habían pasado 17 segundos. Poco a poco, River volvió a apretar a Boca más adelante pero las patadas también jugaban su papel. Mal lo de Ramiro Funes Mori yendo muy arriba ante Pablo Pérez, mal Sánchez en un duelo que se tornaba interminable con Fernando Gago y varias situaciones más que Delfino controlaba a medias.
Gallardo se daba cuenta de que faltaba juego en el medio y por eso mandó a la cancha al “Pity” Martínez. El ex Huracán entró bien y fue el generador de la jugada más sobresaliente de la noche. Pero todo arrancó con un anticipo de Matías Kranevitter, de gran partido, quien la elevó para el 10. Martínez le ganó la posición a Leandro Marín y al defensor no le quedó otra opción que cometerle falta y que Delfino sancionara la pena máxima. Y fue Sánchez, algo tocado quizás por una jugada en la que pudo abrir el marcador y se la dejó servida a Orión y entonces buscaba reivindicarse. Con una corta carrera y poca experiencia en esto de patear penales se paró frente al arquero de Boca y con un toque sutil a la derecha selló el resultado cuando iban 36 minutos. Bien por el uruguayo que le daba un triunfo importantísimo a River y mal lo de Gutiérrez al levantar la pierna más de la cuenta sobre Guillermo Burdisso. Se ganó en la ida, se espera con ansiedad la vuelta.
Con todo lo que había significado haber perdido en esos minutos finales en La Bombonera el domingo próximo pasado, llegaba la chance de tomarse revancha por la ida de los Octavos. River jugó un buen fútbol y le ganó con autoridad a un Boca que por momentos estaba desaparecido. Nerviosos, tal vez, por la presión ejercida por River en ambos tiempos, algunos jugadores de la visita se dedicaron a provocar (sobre todo a la gente local) y no lograron mostrar el fútbol que tuvieron en encuentros anteriores. Se gana adentro de la cancha y los de Núñez encontraron la forma de ganarlo. A prepararse nuevamente física y mentalmente y a demostrar que para seguir en la Copa hay que sacar a cualquiera que se cruce en el camino.
Alexis Emmanuel Fuma
@alesn08
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