De pronto resulta que habrá que recorrer los campos de este lindo país y consultarle a los viejos campesinos si la siesta se duerme entre las 7 de la tarde y las 8 de la noche. También sucede que más allá de que exista la palabra subestimar, en ningún lado dice que hay que ponerla en práctica. Nos sumamos a imaginar que el “reglamento” dice que hay que estar en las buenas y en las malas, pero no dice nada de las boludas. O simplemente habrá que creer que ya no quieren ganar nada. El 2014 ya pasó y la ley de la vida dice que venía el 2015. De los aplausos a las miradas uno a otro totalmente sorprendidos. De creer que se goleaba a retirarse masticando bronca. De lo interesante que se jugaba a la nada que fue el complemento. ¡¡¡Del 2 a 0 al 2 a 2 River!!! Perdón, pero es Unión, recién ascendido, y en casa. ¡Vergonzoso y Humillante!
Ya pasó el verano, por más que todavía estemos en él. Ya se ganó la Sudamericana y aquel torneo con el mando de Ramón Díaz. ¿Por qué creer que ya está? Gravísimo error de muchos de los que hoy se pusieron la camiseta de River y fueron partícipes del bochorno de la jornada. Los 7 días de cada semana con la pelota. Entrenamientos. Jugadas preparadas. Charlas técnicas. Y menos mal que existe una “concentración” previa al partido. Nada se puso en práctica en los 45 minutos finales. Inentendible es el encuentro que le empataron a River. Perdón, mejor dicho: increíble el partido que se empató River mismo. Bronca unificada.
Pensar que la tarde arrancaba de la mejor manera ya que a los 3 minutos Leonardo Ponzio, uno de los pocos que se salvaron del desastre, remató al arco y en el camino apareció Fernando Cavenaghi quien se anticipó a Emanuel Brítez y definió ante la salida del arquero Matías Castro. Había aplausos, se jugaba bien, Unión llegaba pero aparecía el guardameta Julio Chiarini. Y River iba, con Sebastián Driussi, con Cavenaghi mismo que se retrasaba y ayudaba. Con un Ponzio impecable que dominaba la mitad de la cancha a su antojo y remataba al arco luego de un gran quite. Y el “Torito” que seguía con sus chances, pero andaba errático. Hasta que llegó el segundo. Camilo Mayada, de gran nivel, la abrió para la llegada de Augusto Solari quien envió el centro al corazón del área y, tras el cachetazo de Castro, Driussi tomó el rebote y aumentó la diferencia a los 29. Tenía pinta de goleada, porque River no se cansaba y atacaba. Porque había ganas de demostrar por qué se les daba la confianza de ser titulares. Y muchos fallaron. Se bajó el telón del primer acto y, en el complemento, muchos fallaron.
Como explicar lo sucedido en la segunda etapa. Como entender porque el “Millonario” fue la bella durmiente y terminó llevándose un punto en lugar de los 3. Porque querer creer que el partido ya estaba liquidado si enfrente tenías a 11 jugadores dispuestos a pelear hasta el final. Unión lo logró, sí, pero River cooperó mucho en esa remontada del equipo santafecino para llevarse del Estadio “Monumental” un resultado impensado. A los 9 minutos, el elenco que comanda Leonardo Madelón jugó rápido un tiro libre y la pelota llegó hasta el área para que Lucas Gamba la toque sutilmente ante la salida y floja respuesta de Chiarini que quizás mucho no se le podía reprochar en esta acción pero se transformaba en el descuento “Tatengue”. El 2 a 1 tenía olor raro más si se tenía en cuenta los últimos encuentros de River en condición de local. Solari no aparecía. Guido Rodríguez no conformaba. Bruno Urribarri no hacía su tarea como correspondía. Y para colmo de males, Ponzio pedía el cambio y en su lugar ingresaba un displicente Tomás Martínez que no aportaba absolutamente nada. Y cayó el baldazo de agua helada. Corrían 29 minutos y Víctor Malcorra con un tiro libre que picó en el área grande le permitió a Chiarini hacer el rídiculo e igualar en números el tanteador. No cabía en la cabeza. No se entendía como River dejaba pasar la chance de ganar por primera vez como local en este certamen ante un equipo que solo aprovechó la siesta que se durmieron ciertos futbolistas riverplatenses. Fue humillante para todo el público que jornada tras jornada hace un esfuerzo importante por ver al equipo del que es hincha. Se puede estar en las buenas y en las malas, sí, pero no dice nada de las boludas.
Como ser Marcelo Gallardo en este momento. Las cosas que deben pasar por la cabeza del entrenador que debe buscar respuestas y quizás no las encuentre tan fácilmente. Lo de River fue bochornoso sobre todo porque la memoria no nos lleva tan lejos y ya se ha visto esta historia, o situaciones similares, recientemente. Basta de ser verdes. Basta de perder puntos en casa. La camiseta de River no debería ser para cualquiera. No es para cualquiera. Pero hoy quedó demostrado que la pueden usar muchachos que a fin de mes cobran su sueldo como si nada y hoy se retiraron del estadio por puertas por las cuales han salido ídolos y verdaderas leyendas del club.
Alexis Emmanuel Fuma
@alesn08
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