Si tuviéramos que comparar este partido con una noche de los jóvenes de hoy que de tanto tomar cerveza en un boliche (por ejemplo) luego tienen la habitual descompostura, estaríamos en una coincidencia de situaciones, puesto que el resultado no sería de lo más atractivo a los ojos de los demás. Pues bien, a River le sirvieron el vaso de un litro dos veces, pero prefirió dejar ambos a medias. Nunca concluyó la bebida de la manera “fondo blanco” por eso se queda con apenas un punto de los 3 que tuvo en su poder en dos ocasiones. ¿Desgano?, ¿cansancio?, ¿desconcentración? Creamos que es una mezcla de todo por el viaje al “mito” de la altura que a esta altura, valga la redundancia, ya es una realidad. No es algo anormal empatar un partido, pero que te lo empaten de esta manera, preocupa.
Ya no es el “elenco sensación”. Hace mucho tiempo que ha dejado de serlo. ¿Cuándo fue la última vez que brilló? Algunos apelarán a la memoria, otros la harán más fácil y que se venga el “Googlealo”. Lo cierto es que la desconformidad abunda en los hinchas de River tanto a los que estuvieron presentes en el Estadio “Monumental” como a aquellos que lo siguieron por tele o radio. No hay juego, no hay concentración, se reciben goles un tanto infantiles, se cometen errores que no deberían cometerse y todo esto cuesta caro. No terminó siendo una “Bona notte”.
Desprolijo, displicente, errático y sobre todo sin fútbol, creemos que algo fundamental. Así estuvo el equipo que dirige Marcelo Gallardo durante los primeros 45 minutos. Si bien no se fue en desventaja, tampoco podía quebrar el arco del “Cervecero”. Fernando Cavenaghi tenía la primera, pero su remate de volea era bien controlado por el arquero Fabián Assmann. Luego, Ariel Rojas en otro intento de volea probaba, pero dicho disparo se iba desviado. El elenco que comanda Julio César Falcioni, por su parte, no inquietaba a su rival puesto que el ex River, Diego Buonanotte, no lograba desplegar en todo su esplendor esa condición de enlace. Todo era muy sucio, a puro pelotazo, sin la profundidad que siempre se debe tener y Marcelo Barovero no sufría ningún tipo de avance más allá de un remate de Jonathan Zacaría que se perdía por la línea de meta. Así se apagó la primera etapa que tuvo como protagonista al “silbido” producto de la estrepitosa actuación del árbitro Mauro Vigliano. Al descanso, en la soleada tarde de Buenos Aires.
Sin que se le mueva un pelo, Gallardo mandó a la cancha a Gonzalo Martínez y a Camilo Mayada. Afuera Carlos Sánchez, de bajo rendimiento, y Rojas que había pasado casi inadvertido. A los 7, la jugada se inició por el sector izquierdo pero finalizó en el derecho. Entre Martínez, Cavenaghi y un pase de Leonardo Pisculichi, Mayada quedó con el balón y la picó para la llegada de Teófilo Gutiérrez. El colombiano conectó de cabeza y la apertura del marcador era un hecho ante la posición dudosa de Mayada. Todo muy lindo, pero la mala fortuna llegaba a los 19 cuando el “Pity” debía salir de la cancha por un esguince en la rodilla izquierda. Y River que no se adelantaba entonces a los 22 pasó lo que se olfateaba: Buonanotte armó una gran jugada, dejó a varios en el camino e hizo “la pared” con Claudio Bieler. El delantero se la dejó servida y el “Enano” dejó sin chances a Barovero con un remate esquinado, imposible.
Luego de la paridad, los de Núñez fueron un poco más, tan solo un poco más y lograron el desnivel. El disparo de Gutiérrez dio en un rival y la pelota quedó ideal para que el ingresado Leonardo Ponzio sacara un zurdazo desde la medialuna. A cobrar a los 26. Pero todo se volvió a deslucir 5 minutos después cuando Rodrigo Gómez visualizó a Sebastián Romero solo en el área. “Chirola” no dudó y sentenció el resultado con un remate al segundo palo. Así se terminó un intento de partido, una tarde en la que la disconformidad, reiteramos, se apoderó de todo River. Esta vez, Quilmes fue el mal sabor del encuentro.
Más allá de que en el futuro este punto de alguna manera sirva, hoy preocupa, molesta, te deja insatisfecho. River debió haber sido más que su rival por el nivel de futbolistas, sobre todo, pero lo dijimos en la nota anterior: no se gana más con el título y esto es un deporte en el que tenés que ser más que el adversario para ganar. El “Millonario” perdió la brújula, o al menos no la tiene bien configurada. A trabajar duro en la semana pero siendo firmes en los errores que no deberían ocurrir. El trabajo es ni más ni menos que estar con la pelota. Por ahora, el “11 de memoria” tiene banca: demuestren porque se lo ganaron, y eviten el banco.
Alexis Emmanuel Fuma
@alesn08
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