En otra decepcionante actuación, River perdió 2 a 1 contra la ignota Liga Deportiva Universitaria de Loja en la altura de Ecuador en el partido de ida por los octavos de final de la Copa Sudamericana.
Precisamente, en ese gol de visitante conseguido por Osmar Ferreyra tras una gran jugada individual de Manuel Lanzini se encuentra la única buena noticia de la fallida excursión del Millonario.
En la antesala parecía un partido ideal para que el equipo se reconcilie de una buena vez con el juego. Enfrente tenía un equipo casi amateur, con una cancha cuya capacidad es un cuarto de la del Monumental y desacostumbrado a enfrentar a un gigante de las magnitudes de River.
Sin embargo el fallido planteo de Ramón Díaz y la falta de actitud y agresividad de muchos de los titulares agrandaron al local y le permitieron llegar al triunfo más resonante de su historia.
El Pelado apostó por una línea de tres formada por Maidana, Pezzella y Bottinelli, que más allá de no sufrir grandes sobresaltos siempre pareció caminar por la cornisa. Las mayores complicaciones llegaron por las bandas, donde Mercado y Ferreyra siempre quedaron a mitad de camino entre defensa y ataque.
En el medio se extrañó el primer pase del Lobo Ledesma para comenzar a construir juego. Ponzio y Kranevitter fueron puro despliegue pero abusaron del pelotazo y a partir de allí el equipo comenzó a entrar en un espiral de imprecisiones del que pocas veces pudo salir.
River presionaba, tenía la pelota pero nunca le dio un destino claro. Lanzini perdió espacio y panorama con Fabbro al lado y Teo Gutiérrez como único punta nunca pudo jugar de frente al arco.
Párrafo aparte para Jony, que parece empeñado en ser la profecía fallida de Ramón. Apático, intrascendente, peleado con la pelota e increíblemente impreciso en lo que presumía como su mejor arma: la pegada de su pie derecho.
El Millonario no tenía juego pero tampoco pasaba sobresaltos. Los ecuatorianos basaban su juego en su tradicional buena técnica pero no tenían profundidad para lastimar arriba. Pero este River a veces se empecina en boicotearse y sobre la media hora del primer tiempo llegó el primer desnivel.
Kranevitter perdió una pelota en el medio y Maidana tuvo que cortar con falta a las espaldas de Mercado. Un tiro libre con una jugada preparada que sale mal pero la defensa de River siempre da otra chance y tras una serie de rebotes y marcas perdidas el capitán Larrea puso en ventaja a los suyos.
En el segundo tiempo Ramón sorprendió y se la jugó con los mismos once. El Pelado pareció invocar el espíritu de Labruna y los jugadores salieron con otra actitud. Creció Lanzini que empezó a desequilibrar a pura gambeta vertical. Por la izquierda comenzó a escalar el Malevo Ferreyra para realizar una interesante sociedad con Manu. Una jugada combinada culminó con un tiro alto del zurdo pero tuvo un dejo premonitorio.
Minutos más tarde Manu comenzó a limpiar rivales arrancando en diagonal desde la derecha y abrió a la izquierda para la entrada del Malevo que definió cruzado con mucha clase. Era el empate y la resurrección de un River que se agrandó y se hizo dueño del partido.
Crecía Fabbro, Ponzio apoyaba más en ataque y Teo comenzaba a entrar más seguido en contacto con la pelota. Y en el mejor momento del equipo llegó la jugada que derrumbó todo. Germán Pezzella le cometió un innecesario penal a un jugador que se encontraba de espaldas y saliendo del área y el Loja volvía a ponerse arriba. Fue un penal clarísimo que solo tuvo tintes polémicos que hicieron estallar a Ramón Díaz por la mala comunicación entre el árbitro y su juez de línea.
A partir de ahí el equipo se desdibujó a pesar de seguir yendo hacia adelante. Lo pudo empatar pero un poco por las seguras intervenciones de Luis Fernández y mucho por las imprecisiones propias fue desaprovechando una a una las esporádicas chances claras.
En la última jugada Teo definió mal mano a mano y Mercado aprovechó el rebote para marcar el 2-2 que dejaba todo muy favorable. Pero River no juega a nada y tampoco liga con los árbitros que en otra decisión fallida anularon un gol válido.
Fue otra dolorosa derrota que hace que la racha de 1820 días sin triunfos en el extranjero se siga agrandando. El gol de visitante es un consuelo muy pobre para un equipo con la historia de River ante uno con tan pocas credenciales como este Loja. A 30 años de su desaparición física, habría que invocar el espíritu de Angelito para volver a encontrar el camino de la grandeza.
Pablo Domínguez
@mingopayo
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