
Sean positivas o negativas, las rachas se hicieron para cortarse. Claro está que si se mantiene una positiva, a nadie le gustaría que se termine. Pero el fútbol tiene estas cosas, estas historias lindas para contar. Lanús llevaba más de 20 partidos sin perder en su Estadio y River llevaba mucho tiempo sin ganar como visitante. Tradicionalmente este encuentro casi siempre posee emociones y cuando todo parecía indicar que terminaba con los arcos cerrados, apareció un ángel caído del cielo llamado Gabriel (justo en el día del arcángel San Gabriel de la Iglesia Católica) y rompió con dos rachas de este lindo deporte.
Era más que importante llevarse un triunfo de esta manera. River debía ganar no solo para no perder el tren del campeonato y pisada a los equipos de arriba sino también para gozar de buen ánimo durante la semana previa al Superclásico. Y lo hizo, agónicamente, pero lo hizo. No debería catalogarse como hazaña y mucho menos como milagro. El “Millonario” le jugó de igual a igual a uno de los mejores equipos del certamen y supo mantener el cero en su arco gracias a la seguridad de Marcelo Barovero y a ese factor que se llama suerte.
Intenso. Movido. Profundo. Y con llegadas muy claras. Así fue el primer tiempo entre el conjunto que dirige Guillermo Barros Schelotto y el que comanda Ramón Díaz. Ambos entrenadores querían conseguir el primer visto bueno en esta serie de tres enfrentamientos que tendrán de aquí a un mes y días. Es que no solo se iban a ver las caras por el Torneo Inicial, sino que también lo harán por los Cuartos de Final de la Copa “Total” Sudamericana. Y los de Núñez se llevaron el primer encuentro con aceptable rendimiento, sobre todo porque siempre buscaron quebrar el arco de Agustín Marchesín pero se sabía que les iba a costar mucho. Teófilo Gutiérrez cara a cara, Matías Kranevitter de frente casi sin marca, Osmar Ferreyra y Manuel Lanzini con disparos de media distancia intentaban vencer al gran arquero “Granate” pero siempre lo encontraban bien ubicado. Y lo mismo sucedía en la vereda de enfrente con Barovero. Fernando Barrientos y Lucas Melano, por ejemplo, no lograban impactar en la red lo que buscaban que era la apertura del marcador. Con estas situaciones por demás de emotivas, llegaba el entretiempo al Sur Bonaerense y se esperaba más para el complemento.
Quizás el desgaste de la primera etapa llevó a ambos equipos a no producir en el segundo tiempo todo ese fútbol que habían mostrado en los 45 minutos iniciales, aunque ninguno de los dos quería desviarse del objetivo principal que era ganar el encuentro. Lanús, muy bien parado en todas sus líneas le generaba a River situaciones que permitían más lucimiento para Barovero. Y vaya si lo tuvo con los remates de Víctor Ayala, Santiago Silva y Leandro Somoza. Hasta el palo derecho de “Trapito” jugó para él en el disparo de Diego González que dio en la base de dicho lugar. Pero el “Millonario” tenía lo suyo, no se quedaba atrás e intentaba dar el golpe de K.O. que le garantizara llevarse más que los tres puntos. Intentó Leonardo Ponzio, buscó Rodrigo Mora, quien había ingresado por Federico Andrada, pero no pasaba nada. Hasta que ese gol llegó y apareció desde la gran pegada de Ferreyra. El “Malevo” envió un centro venenoso que el arquero Marchesín no pudo controlar. La pelota se le escapó y allí estaba atento el lateral Gabriel Mercado, quien solo tuvo que poner su cabeza y bajarle la persiana a un partido electrizante. El minuto 44 fue motivo de festejo para todo River ya que además de ganarle a un gran rival, ganó en confianza y entusiasmo para afrontar en siete días el partido más importante del mundo.
Pasó el primer duelo con Lanús. Aún están lejos los compromisos por Copa. Por delante, más que un simple partido de fútbol. Es EL PARTIDO, el encuentro a GANAR. River deberá darle esta alegría a su gente. Deberá plasmar en el Estadio Monumental un fútbol totalmente superior al rival de toda la vida: sí, enfrente estará Boca. No habrá que confiarse del irregular Torneo que atraviesa el equipo que dirige Carlos Bianchi. Es un cotejo aparte. Ese que te gana en ansiedad, en impaciencia. Ese del que se hablará el lunes en todo el país, en todo el mundo. Pero sobre todo, es ese partido que si tenés que ganarlo a los 93 minutos con los genitales en la garganta, también servirá para ser quien disfrute desde ese momento hasta un nuevo enfrentamiento.
Alexis Emmanuel Fuma
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