El Monumental volvió a lucir un marco impresionante, totalmente teñido de rojo y blanco. Cerca de 65.000 almas coparon las tribunas para alentar al campeón de América ante su eterno rival.
La ansiedad de respiraba desde temprano en los alrededores. Es por eso que, una vez adentro, los hinchas comenzaron a cantar y darle color al espectáculo desde temprano. Cuando faltaban cinco minutos y el equipo se venía a la cancha, comenzó a sonar el conocido "River, mi buen amigo".
Cuando los once jugadores millonarios pisaron el campo de juego, una avalancha de globos rojos y blancos cayó desde los cuatro costados. Una escena conmovedora que muchos simpatizantes inmortalizaron en sus teléfonos celulares para volver a ver una y otra vez. El "Muñeco, Muñeco" tampoco se hizo esperar.
Durante el encuentro, el aliento fue el de siempre. Constante. El equipo retribuyó el apoyo dentro de la cancha y la gente intentó levantarlos en las contadas oportunidades en que los jugadores bajaron su intensidad. Se lamentaron cuando la pelota se negaba a entrar y le hicieron sentir el rigor a cada futbolista xeneize cuando se quiso pasar de la raya.
Sobre el final del encuentro, la gente le hizo saber al visitante que su planteo no era digno de un Superclásico, a sabiendas de que el equipo del Mellizo se había conformado con el empate. Un resultado amargo, pero una fiesta sin igual que quedará en el recuerdo de aquellos que quizás hayan jugado su último River-Boca.
Macarena Álvarez Kelly
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