viernes, 26 de febrero de 2016

DE BASTÓN Y VALERA



Sin florearse, River acribilló 4-0 a Trujillanos y debutó con el pie derecho en la Copa Libertadores. La defensa del título, con las pulsaciones a mil.

El sueño arrancó dificultoso, con un viaje lejos de ser el esperado, lleno de interrogantes y carencia de seriedad para una competencia internacional. Al margen de la ridiculez de la situación, el equipo alternativo que se presentó en Venezuela intentó plasmar la idea sin tener en claro el camino.

La irregularidad del campo de juego denotó la precariedad de aquellos rumbos, ajenos a la vanguardia y solamente preocupados por atesorar la visita del último campeón. A través de Viudez, Lucho González y Pisculichi, River encargó la misión de crear juego, la asignatura pendiente del primero tiempo.

Fallos y disyuntivas para un lado y para el otro, ninguno tan polémico como para alterar el inerte rumbo del encuentro. Apenas un disparo de Cabezas que Barovero envió al córner fue lo que amagó Trujillanos. Después, esperar la oportunidad de salir disparado con pelota dominada, a años luz de inquietar.

La presión de Domingo tuvo efecto dispar en una zona de tránsito libre, mientras que el solitario Alonso no pudo acomodarse a una rústica línea de cuatro que lo maltrató a sus espaldas. La única emoción, a medias, fue un remate de Driussi que Díaz controló en dos tiempos. Por consiguiente, el descanso llegó con ganas de irse a dormir.

Si la primera parte invitó a cazar la almohada, lo que tardó el dueño de casa en regresar del vestuario fue una plena contabilidad de ovejas. Inmediatamente, la cabeza del Terrible volvió a encender la alarma del dubitativo arquero venezolano.

Párrafo aparte para Maidana, que tras un tiro libre desbordó y envió un centro. Lejos de conformarse, se quedó en ataque para meter un pase en profundidad que no prosperó. De todos modos, un monstruo.

Piscu, amo y señor de la pelota parada, reincidió con esa zurda prodigiosa en la intención de sacudir la red. Por milésima ocasión, el no fue rotundo. Caprichosa, esa pegada se tomó revancha después de una falta al borde del área. Esta vez, el ángulo fue testigo de la novena obra de arte del volante en el club. Golazo y la tan anhelada calma.

Ni un minuto más logró matar el reloj cuando Alonso hizo eterna una jugada que desencadenó en una preciosa bomba del ex Argentinos Juniors. Manotazo y travesaño. Era el segundo grito de un botín que escupía fuego en la noche bolivariana.

El único que entendió el partido fue Pisculichi: no le erró al arco de aquí en más. Otra chance inmejorable con pelota en reposo, rebote infantil del cómplice con guantes y ahí estaba Lucho González para aumentar la ventaja. En dos tiempos, convirtió su segundo tanto desde el regreso a Nuñez. Todo controlado.

Del otro lado de la cancha, Barovero atento para enterrar fugazmente las arremetidas de Granados y las aisladas intervenciones de Britos. Por el lado de Casco, el Tru encontró cartuchos para soñar con el inalcanzable descuento.

Y sabrá usted, querido lector, que en el país del "todo pasa" se cortó la transmisión de Fox Sports. Claramente, desde suelo vinotinto procedió el desperfecto técnico que, en tiempo y en forma, nos impidió ver el festejo de Alonso para el 3-0 parcial.

Todo volvió a la normalidad con el Pity Martínez, repentinamente, en cancha. De yapa, perlita del camarógrafo ensayando una suerte de selfie, más perdido que el anfitrión en la noche de jueves. Si querían más, bienvenidos al debut del campeón: zurdazo cruzado del uruguayo y goleada a domicilio para avisar que será difícil sacarle la corona al rey.

Lucas Ajuria

0 comentarios:

Publicar un comentario