martes, 15 de diciembre de 2015

UN SUEÑO MILLONARIO


Parece armado el discurso de un jugador cuando corona un logro y remarca la importancia de no olvidarse los orígenes o donde se gestó todo para llegar a tan ansiado título u objetivo. Pero basta con repasar hace apenas unos años donde estábamos y el camino recorrido para llegar a este inicio de Mundial de Clubes para entender la locura que se vive en las calles de Osaka a minutos de arrancar el sueño nipón.

Ni el más ocurrente guionista hubiese sido tan optimista para creer que en apenas cuatro años y monedas íbamos a estar donde estamos y como estamos. Desde aquel fatídico 2011 con el llanto del puñado de jugadores en el centro del césped del Monumental. De la mutación de Matías Almeyda con aquella vincha negra, emulando un Samurai y hasta tal vez sabiendo que se vendría, y convirtiéndose prematuramente en el entrenador que nos resurgió del abismo que River estaba inmerso. Pasando por la vuelta de Cavenaghi, "Chori" Domínguez, Ponzio, Trezeguet e incluso Ramón Díaz para devolvernos el sabor de la alegría que genera una vuelta olímpica con ese 5-0 a Quilmes en la última fecha. Incluso algunos creyeron que todo había vuelto a la normalidad y River volvió a ser el que fue.

No, no lamento decirles que no. River no volverá a ser ese River, y en contra posición con el slogan de la actual dirigencia, y a la distancia de lo sucedido, el "nuevo" River respeta su historia pero tiene un temple especial. Tiene ese coraje que muchas veces deseamos tener, respeta el ADN Millonario pero tiene una personalidad que el hincha de River va a exigirle a cualquier otro equipo de acá en adelante. Porque el tiempo de Ramiro y el "No fue córner", la llegada de Gallardo, el estilo del Muñeco, el cruce con Boca , con el penal de Barovero a Gigliotti y el gol de Piscu. Y coronar esa eliminación a los primo con un título internacional. Parecía que el cielo se nos esfumaba entre los dedos y que el destino tenía una forma irónica de burlarse de nosotros que no estábamos listos para tanta alegría a tan poco tiempo de estar muertos en vida.

Pero eso fue solamente la entrada de una fiesta inolvidable. Fiesta que continuó con la obtención de la Recopa, título que estaba vacante en las vitrinas del Monumental. Vaya manera de arrancar el 2015. Y la clasificación a segunda fase por la ventana, después de jugar en la altura, en el sintético de Aurich que se ganó el nombre de una filial bostera, los goles de Mora a minutos del final en México cuando la eliminación era un hecho y los monitores del estadio que mostraban el 5-4 entre Tigres y Juan Aurich que le daban a Boca la revancha temprana en Libertadores de la eliminación por Sudamérica.

Pero se ganó de local y se fue a la boca a defender la diferencia. Y recibimos un regalo inesperado, de esos que dejan una marca en la historia y definen la identidad del famoso folclore del fútbol. Se dejó atrás al eterno rival porque su gente no pudo soportar una doble eliminación en menos de seis meses. Tuvimos que ver la vergüenza de ver a nuestros jugadores asfixiados con gas pimienta. Pero fueron esos mismo jugadores que se repusieron del "panadero" y cía para ganar en tierras cariocas con un categórico 3-0. Para creer que era posible empezar el año ganándole otra vez a Boca y otra copa Internacional. Combo que se repitió en dos competiciones internacionales seguidas. El guionista se volvió loco, a nosotros? Sí, faltaba el cierre con el 3-0 ante Tigres y el sueño de la Libertadores se hizo realidad. "...copamos Belo horizonte y Asunción... De la mano del Muñeco vamo' a Japón.." Era casi cómico ver que la letra de la canción resumía la mejor película posible para River. Lluvia, Cavenaghi, con Barovero, levantando la Copa y yéndose Campeón. Final, lágrimas y corten!

Ah, no? Sigue? Sí, exagerado el narrador, nos deposita en tierras niponas con un banderazo a la altura de una súper producción de Hollywood para motivar a ese equipo que entiende de hazañas como pocos previo al primer partido del Mundial de Clubes que tiene como principal atracción un hipotético choque contra, tal vez, el mejor equipo de todos los tiempos.

Porque alguna vez cuando éramos chicos, ¿Quién no soñó con ser Millonario? Nosotros los que sentimos esto lo somos sin necesidad de tener una fortuna en el más paquete banco suizo. Lo somos porque no hablamos de dinero, sino anda decirle millonario a aquel que vendió el auto y ahora está en Japón. O comentáselo a la mujer de ese que dejó sin vacaciones a su familia para poder ver a Gallardo y cía ante el Barsa de Messi. Porque si había que soñarlo bien tendría que haber sido como sucedió con ese camino que recorrimos y que hoy nos tiene a horas de debutar en la élite mundial. No habrá que poner despertadores, nosotros no soñamos, ya estamos despiertos.


Marcelo Guzman

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