El entrenador contó lo que le exigía la gente ni bien tomó las riendas del equipo. Fiel a su estilo, apuntó que nunca perdió la convicción aún cuando los resultados y los rendimientos individuales no acompañaban.
Si bien heredó un plantel campeón, tuvo la tarea de recuperar varios hombres que no rindieron de acuerdo a lo esperado o que habían caído en un bajón pronunciado. Otros tantos, que necesitaban ser potenciados para desplegar un nivel de ensueño. Uno de los señalados con el dedo era Leonardo Ponzio, sin lugar en el equipo de Ramón. "Cuando llegamos, Leo estaba casi que tirado, sin jugar, con un mal semestre, la gente no lo aprobaba y le dijimos que estaba en los planes y él la peleó, trabajó y supo que tenía que ser importante en lo que le tocara jugar. ¿Sabés cómo me decían en la calle: 'sacalo a Ponzio, no lo pongas más’? Ahora la gente lo adora y se lo merece", recordó el Muñe.
Un fierro caliente fue contratar a Teófilo Gutiérrez, con malos antecedentes extrafutbolísticos y pocas referencias para confiar en su comportamiento. Sin embargo, el último semestre del riojano lo encontró en un buen andar, aprovechados más tarde por Gallardo. “Dijeron que era displicente, que se quería ir, que había que sacarlo, vamos de un extremo a otro. Teo se ganó el lugar que tiene", plasmó.
El clima que se vivió cuando asumió es motivo de ironía para el técnico, que finalmente pudo adaptar esos contratiempos para el bien del equipo. "En ese momento todos pedían cabezas, que limpie jugadores, que había internas, que no juegue más uno y otro, parecía que todo era un caos y ahora ves que los mismos jugadores que todos quería que se vayan, están en la semifinal de la Libertadores. Somos exitistas. Pero seguro que sirvió lo que pasó en el verano y te demuestra que por tres o cuatro resultados negativos vos no podes cambiar todo y dejate llevar por lo que se dice", tiró Napoleón, el líder que siempre soñamos.
Lucas Ajuria
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