No hay que olvidar el paso de Martín Aguirre por esta institución. Llegó en las malas, con un plantel cabizbajo y con ganas de revancha. Con uñas y dientes, defendió esta camiseta como lo hubiera hecho la hinchada, con un encomiable amor propio a estos colores. Consumado el objetivo, empezó la pesadilla: rotura de ligamentos en la rodilla izquierda y bienvenido a la película de terror.
Luego, sendas operaciones tras no poder alcanzar el 100% en reiteradas oportunidades. Inflamaciones, infecciones y una moral devastada. Con creces, logró imponerse y volvió a jugar oficialmente el pasado 3 de junio, en Formosa, contra Liniers de Bahía Blanca. Los escasos minutos en esa noche alcanzaron para que el Gula derramara lágrimas de emoción, acordandose de su familia, sus compañeros y las trabas que debió eludir.
Admirado por sus compañeros, unos de los que más sentido del humor le aportó al vestuario, añoraba continuar en la institución. Sin embargo, a sus 34 años, deberá abandonar el Monumental, en busca de un club que le permita gastar los cartuchos que aún guarda.
Los motivos, unicamente deportivos. El veredicto lo tomaron, en conjunto, el Muñeco y el Consejo de Fútbol, con previo conocimiento del jugador. En la etapa final de su carrera, le comunicaron que no le garantizaban la continuidad que anhela, por lo que decidió acatar la decisión de ambas partes. Además, su salida habilita un cupo extra de refuerzos. Con garra y empuje, las características que levantaron al equipo en varios partidos, quedará libre el próximo 30 de junio. Prohibido olvidar sus 46 partidos y 6 goles. Hasta pronto, Gula querido.
Lucas Ajuria
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