Chau invicto, nos saluda la derrota, que esperemos sea la única visita que nos haga en el semestre. “Algún día iba a perder”, decían los demás. Y perdió nomás, de una manera tonta, quizás de la forma menos pensada por lo que se había propuesto hasta aquí. River no le generó absolutamente ninguna situación de peligro a Estudiantes y cayó derrotado por un error propio más que por un acierto ajeno. Aun así, sigue siendo el puntero del certamen porque Lanús completó su partido frente a Tigre y también sufrió la pérdida del encuentro. Agarrémonos de una sola frase: “Un tropezón, no es caída”.
Más allá de haber perdido el invicto, el equipo que dirige Marcelo Gallardo dejó una pobre imagen ante este durísimo rival que ya lo había complicado en los choques de la Copa Sudamericana. Si bien en ambos pudo levantarse, aquí la tercera fue la vencida para el elenco que comanda Mauricio Pellegrino, y con un cierto despliegue de inteligencia, algo de fortuna (en el gol) y una presión muy difícil de superar, el “Pincha” se llevó La Plata de los “Millonarios”. Nunca le encontró la vuelta al partido y sumado a la enormidad de tiempo que hizo el arquero visitante Hilario Navarro, se quedó con las manos vacías. A levantarse, hay tiempo de sobra.
Y tiempo fue lo que no le faltó a River. Porque apenas el reloj llegaba a los 6 minutos, la corrida de Ezequiel Cerutti por el sector derecho de ataque posibilitó que el jugador llegara casi hasta el final de la cancha, metiera el centro por lo bajo y, tras la floja respuesta de Marcelo Barovero que la dejó servida, allí estaba Diego Vera para dar un pase a la red. El esfuerzo de Jonathan Maidana fue en vano y la apertura del marcador era un hecho.
El local nunca pudo contrarrestar la presión ejercida por el visitante y claramente se notaban las ausencias de Gabriel Mercado y de Carlos Sánchez por la derecha y de Teófilo Gutiérrez en el ataque. Leonardo Pisculichi no daba pie con bola, Ariel Rojas alternaba buenas y malas, Leonel Vangioni no gravitaba lo suficiente y Rodrigo Mora y Sebastián Driussi no tenían chances en su poder. Así estaba River y así estuvo todo el primer tiempo. Solo rescatamos un tiro libre de Pisculichi que pegó en la parte externa del arco. Aplausos para el “juez” Saúl Laverni que dejó que Navarro se sintiera como en el patio de su casa. Final de los primeros 45 minutos, con la idea de mejorar en el complemento.
Mejora que nunca llegó. Hubo cambios pero no se logró encontrar el juego que necesitaba el equipo. Parecía ser que el único que estaba concentrado era Guido Rodríguez: bien por el pibe que en cada una de sus intervenciones entregaba la pelota de manera correcta y conducía lo justo y necesario para evitar el error. Los minutos pasaban, Navarro hacía más tiempo y simulaba una lesión inexistente, Laverni lo permitía y todo se hacía muy cuesta arriba. Si no fuera por Ramiro Funes Mori y Barovero que taparon dos ocasiones claras de gol a Joaquín Correa y a Carlos Auzqui respectivamente, el resultado podría haber sido más abultado. Para el final solo quedó la expulsión de Sebastián Prediger por doble amonestación. Se jugó mal y se perdió, tiene revancha el domingo y veremos cómo reacciona.
Lanús había perdido y era la gran chance de alejarse otra vez con más puntos, pero no lo hizo o no supo cómo hacerlo. Se notaron por demás las ausencias de los futbolistas convocados a sus respectivas selecciones. Augusto Solari no está preparado para reemplazar a Sánchez y no es por tirarle toda la culpa al pibe pero es notoria su falta de experiencia. Driussi no generó lo que se quería y los ingresos no modificaron nada a un equipo que no supo lastimar a Estudiantes. Recta final de ambos torneos, nos visitó la derrota y tendrá que pensar en cómo hacer para despedirla.
Alexis Emmanuel Fuma
@alesn08
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