jueves, 28 de agosto de 2014

NEGRO EL 8


Cuando se confirmó que Carbonero no seguiría en River, más de uno se agarró la cabeza. Es que el colombiano se había transformado en una pieza clave del andamiaje ofensivo del equipo de Ramón y a base de fútbol y goles fue uno de los pilares del último campeón. En su lugar volvía en silencio Carlos Sánchez, que había sido condenado al exilio un año antes.

El regreso de Sánchez, desde el fútbol azteca, pasó casi desapercibido para todos durante la pretemporada. El uruguayo fue uno de los indiscutidos de la campaña en la B Nacional pero en el regreso a primera no pudo salir del nivel irregular por el que transitó el equipo, con Almeyda en el banco primero y con el riojano después.

En ese contexto una de las incontables desprolijidades de la gestión de Passarella obligó a Sánchez y a Cazares a irse por la puerta de atrás entre gallos y medianoche para liberar cupo de extranjeros en operaciones que nunca terminaron de quedar claras. Allí entró Carbonero, quien pese a ser una pieza que a la postre sería clave en el título, no dejó nada en las arcas del club.

El uruguayo parecía quedar destinado al olvido, porque durante su estadía en el Puebla tampoco dio mucho que hablar. Anotó 4 goles en 20 partidos y terminó yéndose por algunos cortocircuitos con la dirigencia, que no hizo uso de la opción para quedarse con el pase.

Volvió a River casi por obligación y quedó entre los once titulares del debut casi por inercia. “Juega porque es el único 8 y a Solari le falta un golpe de horno”, pensó el grueso de la hinchada millonaria. El debut ante Gimnasia no hizo más que abonar esa teoría. Un River bipolar rascó un punto en La Plata en un partido que pudo ganar, tanto como perder, y en el que el mediocampo fue el punto más flojo del equipo. Sánchez fue una síntesis de su primera etapa en el club, incansable en el despliegue pero desprolijo a la hora de tomar decisiones con la pelota.

El ingreso de Kranevitter y Rojas en el segundo partido ordenaron al equipo y también al charrúa, que fue fundamental en el triunfo ante Rosario Central. Una semana más tarde abrió la victoria ante Godoy Cruz, y ayer se vistió de goleador por duplicado ante Defensa y Justicia en un Monumental que fue una fiesta.

Carlos Sánchez agarró la posta de Carbonero y cada partido que pasa parece afianzarse más en la banda derecha. Menos vistoso que el colombiano, pero con un despliegue que a veces hace dudar acerca de la cantidad de pulmones que posee, el uruguayo le aporta una constante agresividad al equipo por su sector en el infatigable tándem que forma con Gabriel Mercado.

De los ’70 para acá pareció ser un requisito indispensable que cada River campeón tuviera un “8” que genere futbol desde la banda. Con distintas características nombres como J.J. López, el Negro Enrique, el Diablo Monserrat, el Chacho Coudet y el mismo Carbonero sostuvieron la dinastía de equipos ganadores con un generador de juego desde esa banda. Casi como enganches replegados sobre la derecha. En este ilusionante River en formación del Muñeco Gallardo, el Negro Sánchez levanta esa bandera. Que no se corte.

Pablo Domínguez
@mingopayo

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