
Se sentía un aroma diferente, el corazón no palpitaba igual, los temas de conversación no eran los mismos, las canciones para pasar el día cambiaron en su totalidad y el cuestionamiento del “¿Qué me pondré para salir este sábado?” ya estaba resuelto.
De pronto empiezas la semana de una forma peculiar, no te despiertas maldiciendo el lunes, disfrutas del desayuno pero ya no te está acompañando ese Rock que suele decir presente cada mañana, no, tu compañía es tu mismo “tarareo” de tan exquisito clásico de la música: “Decime boca qué pasó en Mar del Plata…”. Sonríes, te pones de pie y te vas… Pero, ¡sorpresa! hoy tu trabajo también cambió, hoy sales en busca de algo diferente, sabes bien a dónde vas, lo sientes.
En esta ocasión tu camino conduce a otro lugar, tus planes ya empiezan a cambiar. Es lunes, ves más lejos que cerca un esperado sábado, sin embargo sientes que se te acaba el tiempo, te das cuenta que es especial, no es como cualquier otro. Hoy saliste arropado de un sentimiento, de uno singular, uno más grande que cualquiera. Se viene River Plate.
Estás a contrarreloj, es momento de recibir a nuestro gran amado, así mismo, a lo grande. Tienes que darle la bienvenida. A correr.
Se aproxima la vuelta de nuestro club al campo de juego, pero con un sabor especial, se enfrenta con aquellos, los del aroma peculiar, los de los colores extravagantes cuya casa posee forma de un objeto que me encuentro a diario cuando entro al baño de mi hogar. Nos enfrentamos a nuestro máximo rival (Por “máximo” me refiero al trasfondo histórico, porque no hay nada tan minúsculo como ellos), nos encontraremos nuevamente con boca JRS.
Para un hincha nato de River no es un secreto la importancia que trae este choque, aquí no se juega sólo un partido, no es sólo ganar o perder, en este partido se juega el honor, la historia, aquí se transpira sangre, se deja la vida, la vida por los colores. Un River vs. JRS no es sólo un clásico, ¡es el partido más importante del mundo! ¿Quién no quiere verlo? ¿Quién no quiere vivirlo? ¿¡Quién no quiere ganarlo!?
Pues bien, es una noche especial y por lo tanto hay que prepararla como tal. Tejer nuestra bandera para estrenarla, conseguir un buen lugar para ser testigos del partido, convocar a todos nuestros amigos, conocidos y hermanos Riverplatenses de nuestra humilde ciudad. Nuestra urbe debe ser arropada por una banda cruzada, en esta ocasión Manizales debe ser River.
Yo iré a conseguir un lugar merecedor de atestiguar este histórico choque, saldré a buscar un buen sitio para desgarrar desde mi garganta hasta mi alma en compañía de un sinfín de Manizalitas que presenciarán este histórico choque. Miro mi celular y veo que mis compañeros siguen derrochando gotas de sudor por su lado, recorriendo lugares, recogiendo objetos, etc. Preparando lo que será la fiesta de este sábado.
Ya todo está preparado y los nervios aumentan, trato de manejarme con calma y me repito constantemente: “Es sólo un partido de pretemporada, un amistoso, no puedo esperar un gran nivel en este partido” pero de inmediato el corazón me sale al cruce: “¿¡Qué te pasa!? Un Superclásico JAMÁS es un amistoso, aquí se derrama sangre”.
Abro los ojos y ya es sábado, hago una pausa antes de levantarme, miro mi celular y hay una infinidad de mensajes desde un chat: “Hoy gana River, firmo” “Hay que romperle el **** a los bosteros” “Hoy tenemos que dejar todo” “HOY COPAMOS MANIZALES”. Sonrío pero sé que aún falta un poco para que llegue la noche. “Nos vemos a las 6:30 en el bar” Leo, y sin más acepto, tenemos que terminar de preparar lo que será el gran evento del día, una noche especial.
Llega la hora estipulada y digo presente en el bar, un par de mis amigos e integrantes de River Plate Manizales ya están esperando, calman sus ansias con una cerveza, tal vez ahogando las ansias en ella. Un “empecemos ya mismo” se hace protagonista, todos empezamos a ambientar el lugar, bombas por allí, un par de cerdos con el escudo de JRS por acá colgados, tiras blancas y rojas desprendiéndose del techo, demás integrantes del grupo colgando la bandera, el pendón (Ambas propias de la agrupación), la dueña del lugar dando una mano y enviando a sus empleados a colaborarnos en algo.
“Ya faltan 40 minutos para el partido” Escucho y sé que lo mejor es hacerme en la entrada del lugar a esperar a los demás asistentes al encuentro. Llega uno que otro y nos dice “¿Aquí es el partido, no?” y sin más le mostramos el lugar donde nos ubicaremos. Empiezan a divisarse camisetas Millonarias sobre la acera, a lo lejos y a lo cerca, de repente, a falta de un par de minutos para el inicio del partido, alrededor de 45 - 50 personas están en frente del televisor esperando por el pitido inicial.
Todos concentrados, mirando con ilusión al TV, observamos algo que se extrañaba en la casa como la arenga de Cavenaghi al plantel, viendo a Ramón sentarse en el banco, a Enzo en la tribuna dispuesto a disfrutar del encuentro. En fin, Delfino acomoda el cronómetro, mira a sus líneas y empieza el partido.
Hay murmullos en el grupo, se evidencia un juego flojo, hay falencias atrás y… ¡Maidana! Linda falta cometiste. Los murmullos empezaban a aumentar cuando de repente… Gol de esos. “Hay que mantener la calma, aún falta mucho” nos repetíamos entre todos.
Va River, centro al área, Maidana gana, anticipa a Orión y ¡GOOL! A la par del relator, estalla la agrupación entera en un mismo grito. River y JRS están igualados y se van al descanso.
Doy media vuelta para salir a respirar pero la sorpresa me lo impidió, la convocatoria fue más de la esperada, alrededor de 65 Manizalitas estaban ahí, con la banda en el pecho a la espera del final de esta historia.
Ya empieza la segunda parte, se ve muy tediosa, poco juego, aunque con un hecho muy trascendente sobre el último minuto: Cavenaghi se va expulsado por un golpe a Gigliotti. La sorpresa fue fatal, todas las manos se van a la cabeza, era algo impensado. Qué más da, terminó el encuentro.
Después de hablar con la agrupación y de reunirme con mis compañeros decido irme para mi casa. Un millón de pensamientos e ideas sobrevuelan mi cabeza y una sonrisa se dibuja en mi rostro mientras recuerdo como Manizales se tiñó de blanco y rojo esta noche. Es increíble como una agrupación pudo unir a todos los Riverplatenses en una sola moción.
Me voy a dormir, no sé si pueda soñar algo más, todo el día lo hice con los ojos abiertos, fui testigo de cómo mi ciudad se vio envuelta por una banda roja. Manizales fue víctima de una ola enfermiza proveniente del sur, una ola que sobrepasa muros, ríos, montañas, ciudades, países, una ola imparable y contagiosa, Manizales fue víctima del amor más puro, Manizales fue víctima de la grandeza, Manizales tenía el corazón aquí con un latido que se escuchaba allá. Esta vez, y como siempre, Manizales no tuvo fronteras, Manizales fue Millonaria, Manizales fue River Plate.
Pablo Gugo
@PabloGugo
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