El dueño del medio campo, se convirtió en el encargado de manejar los tiempos de River. Inteligente para distribuir el juego y siempre entendiendo cuando River debe atacar o cuando cuidar el balón. El Lobo fue el cerebro de un River que jugó como se deben jugar los partidos por copa.
Impecable también en la marca, llevó la lanza de la presión que ejerció el equipo Millonario. Ordenó siempre el marcaje que ejercían Fabbro y Lanzini sobre Mercier y Ortigoza, como así también el de Kranevitter a Piatti o Rojas sobre Correa.
Cuando el partido lo pidió y con la urgencia de San Lorenzo por querer empatar el partido, Ledesma mantuvo la calma que el encuentro solicitaba para dejar al equipo de Boedo lejos del arco de Chichizola.
El Lobo vuelve a justificar con rendimiento la confianza que le dio Ramón Díaz en el comienzo del ciclo de riojano. River con mucho sacrificio se trae del Pedro Bidegain un gran resultado de cara al partido de vuelta.
Marcelo Andrés Guzmán
@marceloaimar
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